Mujeres en la Orden Templaria

Las Mujeres Templarias. Hermanas de la Orden

En honor a las MUJERES TEMPLARIAS, que aunque hay cada cabeza dura que sigue afirmando que no había mujeres en el Temple.

En el pensamiento existente en la Edad Media, el papel de las mujeres quedaba  vetado en todas las órdenes militares. En la Orden Templaria, los votos de castidad y de pobreza, hacía hincapié en el peligro de las mujeres: “La compañía de mujeres es asunto de peligro, y a menudo en el pasado el diablo ha usado a la mujer para extraviar del Paraíso a algunos. De aquí en adelante, las damas ya no serán acogidas como hermanas en la casa del Temple”.

De hecho, una vez un hombre se ordenaba como caballero templario, se le conminaba a no besar a mujer alguna, ya fuera dama, doncella, hermana, madre o mujer de la familia.

Sin embargo, como casi siempre ocurría en estos casos, la práctica de la realidad era distinta a lo que proponían las leyes. Tanto el temple como otras ordenes, militares aceptaron la presencia de mujeres como algo habitual en casa y conventos de la orden (como en Ponferrada, donde existía comunidad mixta), e incluso muchas de ellas pudieron pronunciar los votos templarios similares al varón.

En Echano (Navarra), existe una ermita dedicada a la virgen del Temple. En ella se halla una tumba anónima, sin inscripción o símbolo que pueda hacer sospechar de quien es la persona enterrada en ella, pero cuentan las personas del lugar que allí estaba enterrada una dama templaria que se había retirado para hacer vida de ermitaña y proteger una imagen que estaba a su cuidado como si fuera la única del mundo y era la figura de la Virgen del Temple. En el pueblo era conocida por su sus artes de curación de personas enfermas.

Estas hermanas, monjas o "Damas Templarias", no eran guerreras, vivían en aposentos aparte de los caballeros templarios. Realizaban trabajos de hospital o se dedicaban a la confección, (uniformes, mantos, mantas etc), lo que se denominaba como trabajo de pañera.

Ejemplos de damas y mujeres templarias: destaca la dama Juana, viuda de Ricardo de Chaldefelde de Inglaterra, que profesó sus votos como dama del Temple ante Azo, Archidiácono de Wilshire. Este la envió con un certificado al maestre provincial de la zona, donde pudo hacer sus votos como hermana profesa de la orden.

La hermana Inés, abadesa de Camaldules de Saint Michel del Ermo y de su comunidad de monjas que entraron todas a pertenecer a la Orden del Temple. Un caso significativo es el de Azalais, una dama de Rosellón que entrega como limosna su feudo de Villamolaque con el sentimiento de sus dos hijos,  entregándose en cuerpo y alma a ser dama del Temple.

Incluso en la Primera Cruzada, hay casos de mujeres que marcharon a Tierra Santa, como la insigne mujer llamada Azalaida, que partiendo hacia Siria en el año 1104 con el ejercito que embarcaba hacia Jerusalem, dejo por escrito en su testamento como último sucesor de sus bienes a la mesa capitular de Barcelona, que posteriormente pasaría a ser posesión del Temple.

Alain Demurger, investigador e historiador francés, experto en la Orden del Temple y otras ordenes militares medievales, recoge en varias de sus obras a distintas “hermanas y compañeras” mujeres que pasaron a formar parte de la Orden.

Una de ellas fue la catalana Ermengarda de Oluja quien junto a su compañero varón, “se dieron” (es decir, se convirtieron) en miembros de la orden templaria en 1196, pasando a formar ambos, parte de la casa Templaria de Barberá en Tarragona.

Cuando Ermengarda perdió a su esposo en la guerra, ella pronunció los votos completos y paso a ser una hermana del temple, llegando posteriormente a comendadora de la encomienda “doble” (con presencia de hombres y mujeres) de Barberá y asistió al ingreso de nuevos caballeros y damas, como máxima autoridad de la Orden en Tarragona.